Estamos en plena campaña electoral regional y municipal, por ello consideramos urgente revisitar la exposición del pabellón peruano en la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia. Es necesario que la política atienda temas de desarrollo urbano y cultural y se limpie de escándalos y delitos que como el crecimiento caótico de la ciudad opaca al patrimonio inmueble prehispánico que continúa siendo una invalorable herencia para el futuro de Lima. Es cierto que el Ministerio de Cultura tiene la responsabilidad de definir estrategias, sin embargo temas centrales recaen en las municipalidades, especialmente la metropolitana con la determinación del uso de suelos, entre otros temas.
En reserva es la propuesta que fue seleccionada para representar al país en el evento internacional tras atender la misión planteada por las curadoras Yvonne Farrell y Shelley McNamara en el Manifiesto Espacio Libre. Entre otras definiciones de Espacio Libre, ellas centran la atención en la necesidad de crear y pensar aquellos espacios que no se incluyen habitualmente dentro de los proyectos. Estos espacios libres deben mostrar “generosidad de espíritu y sentido de humanidad”, “ofrecer espacio adicional a sus usuarios y la habilidad de responder a los deseos de los visitantes”, ser “espacios democráticos y no programados que puedan atender usos para los cuales no fueron concebidos“. Ellas se refieren a pensar también en ese espacio que une un proyecto con la naturaleza que permite el paso de la luz natural y su ausencia. Espacios donde los edificios puedan dialogar con otras construcciones a pesar de que el arquitecto haya dejado la escena. Propusieron pensar en espacios libres para el tiempo y la memoria, “espacio libre capaz de vincular pasado, presente y futuro… espacio libre para tejer lo arcaico con lo contemporáneo”, fue la misión lanzada por las directoras de la exposición internacional. Un manifiesto que cierran con el proverbio griego que dice: "Una sociedad crece magnífica cuando hombres viejos siembran árboles en cuyas sombras quizás nunca se sentarán".
En reserva, bajo curaduría de Marianela Castro, Janeth Boza y Javier Lizarzaburu, destaca la capacidad potencial de los sitios arqueológicos de Lima de regenerar el espacio urbano. Cabe mencionar que las otras propuestas que concursaron para representar al país coincidieron en el patrimonio precolombino. En Venecia hasta noviembre, En reserva muestra el diseño de la arquitectura prehispánica y la diversidad de sitios que existen en la ciudad en tensión con sus contextos urbanos contemporáneos. Javier Lizarzaburu ha dedicado muchos años a llamar la atención de los limeños sobre el gran valor del patrimonio inmueble prehispánico a favor de nuestra identidad como individuos y la de la propia ciudad, acercando propuestas de especialistas que realizan investigaciones históricas, sociales y urbanas. Conversamos con él sobre las posibilidades que nos ofrece la herencia de nuestros antepasados para la Lima del futuro.
- Las curadoras de esta edición de la Bienal trabajaron bajo la idea de Freespace entendiéndolo como un espacio público generoso en cuanto a la calidad del mismo y su capacidad de aportar espacio libre adicional al que su diseño ya plantea. Si pensamos en el diseño de los inmuebles precolombinos, esta idea parece estar inmersa desde su diseño. En Lima, ¿lo precolombino está más cerca del futuro que las edificaciones contemporáneas?
- Así es. Cuando con Marianela Castro, la arquitecta titular del equipo peruano, y Janeth Boza empezamos a discutir y analizar lo que las curadoras globales buscaban vimos que Lima hoy no era, no es, una ciudad generosa. No es una ciudad que inspira ni eleva el espíritu ni crece tomando en cuenta las distintas capas que a lo largo del tiempo le han dado forma. Es ahí cuando surge la primera imagen de una ciudad-nudo, difícil. Y al mirar a la ciudad precolombina empiezas a encontrar los mismos valores que el nuevo urbanismo propone hoy, alrededor del mundo, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Por ejemplo, no había construcción importante (léase palacio, templo, edificio administrativo) donde el espacio público no estuviera presente. El uso de rampas más que de escaleras te genera otro tipo de relación con el edificio, quizás más reflexiva, más ceremonial, más interior. El uso del adobe para matizar aspectos de temperatura, iluminación, ventilación. Todo esto de una manera que hoy se considera sostenible. Es cierto que es una lectura desde el hoy pero nuestra lectura rescata información que consideramos sigue siendo valiosa. Y eso también era un nudo, pero un nudo-conocimiento, como los quipus, que necesitan ser descifrados. Cuando las autoridades de esa época decidían que no se podía construir en quebradas o en zonas agrícolas la gente lo respetaba. Imagino que había un sentido de autoridad. Elementos como eso: respeto a la naturaleza, protección al ciudadano o el uso sostenible de su territorio eran valores que existieron acá y los hemos perdido, con las consecuentes pérdidas urbanas y de vidas ante los fenómenos naturales. Y son precisamente muchos de esos valores que el urbanismo contemporáneo rescata alrededor del mundo como rutas que las ciudades deberían seguir.
- En Lima existen más terrenos de jardines privados que espacios públicos. Según tu visión de la puesta en valor del patrimonio arqueológico de Lima, ¿cómo deberíamos entender los limeños el espacio público y sus usos?
- Creo que en Lima tenemos una visión algo desviada de lo que es espacio público. Es cierto, suele estar más asociada a lo verde y para mí eso representa algo de esa perversa manera que tenemos de entender Lima, una ciudad donde no llueve. Las autoridades podrían llevarnos a aceptar formas más sostenibles de aprovechar los espacios para el esparcimiento que no sean necesariamente verdes. Las huacas de Lima ocupan, según el Ministerio de Cultura, unas 6.700 hectáreas y la mayoría no solo están en mal estado sino además enrejadas, aisladas, sin puentes de vínculo con la ciudad ni el ciudadano.
- La relación entre arte y arquitectura en la propuesta curatorial 'En reserva' está presente con asociaciones entre el diseño y conceptualización precolombino y contemporáneo. ¿Qué retos supone para el proyecto rescatar el patrimonio inmueble e insertarlo en las dinámicas contemporáneas?
- Fue una relación casual. Más que crear un vínculo explícito entre arte, arquitectura y huacas lo que queríamos era encontrar una síntesis visual de nuestra propuesta: contarle al mundo sobre esta singular riqueza limeña, y abrir las puertas para que los limeños veamos esta herencia de maneras renovadas. No queríamos una lectura literal de todo esto.
- Si llevamos la misma pregunta hacia el tema político y la gestión cultural, ¿cómo equilibrar el uso contemporáneo de un inmueble precolombino sin que pierda su propia identidad? ¿Los indicadores cuantitativos deberían ser los más valorados; es decir, la asistencia masiva es prioritaria?
- Habría que definir que es un uso contemporáneo de una huaca. ¿Hacer conciertos? ¿exhibiciones? ¿actividades deportivas? Los indicadores cuantitativos siempre ayudan, no hay duda, pero debemos tener claros los objetivos, el camino, ¿qué queremos conseguir? En cierta medida soy un crítico de "usar" las huacas solo como escenarios. Las huacas manejan información, contenidos, y por ahora nadie está trabajando eso. La campaña Lima Milenaria fue un esfuerzo en ese sentido, de sacar la información del contexto académico para difundirla.
- ¿Por qué se sigue manejando mediáticamente esa idea de misterio en relación con las huacas? ¿Quién la impulsa y por qué crees que vende más que hablar sobre la Cultura Lima?
- ¿Será porque así somos? Porque ese esquema de pensamiento, o de aproximación al patrimonio, se hace desde lo misterioso: lo que guarda del centro, los túneles secretos, los tesoros escondidos. Supongo que es una narrativa infantil que siempre es seductora. Eso no lo veo mal. Lo que no está bien es que no hay un contrapeso. Nadie está produciendo contenidos para difusión sobre esta enorme y riquísima Lima precolombina, ni el Ministerio de Educación ni el de Cultura ni ninguna institución. Espero que el próximo Museo Nacional de Arqueología (Muna), que si se hace como está planeado será uno de los mayores museos de su tipo en el mundo, sea la institución encargada de este aspecto. Es muy serio el vacío de contenidos.
- ¿Qué comentarios interesantes has recibidos de expertos de otros países en relación con la propuesta peruana?
- Varios países hablaron de patrimonio, como Canadá y su arquitectura indígena, o Chile, enfocado en los múltiples usos reales y simbólicos del Estadio Nacional, por ejemplo. El fin de semana de la inauguración de la Bienal el pabellón peruano fue uno de los más populares, por la cantidad de gente que pasaba y se quedaba para visitarlo, para tomarse fotos con los nudos, para preguntar de qué se trataba. Creo que en muchos sentidos cumplimos con uno de nuestros objetivos allá: generar curiosidad.
- Este gran evento mundial en donde participa el Perú mostrando al mundo el desarrollo arquitectónico de las culturas precolombinas ¿crees que ha recibido la atención local que demanda la propuesta y estando además a pocos meses de las elecciones municipales?
- Salvo El Comercio, que le dio buena cobertura, ha habido poco interés. Incluso dentro del gobierno hay funcionarios que siguen viendo la Bienal de Venecia como un evento elitista que no tiene nada que ver con el país. Cuando, por lo menos en arquitectura, la Bienal ha evolucionado en los últimos años hacia un evento que busca enganchar diálogos urbanos globales con diálogos locales. No hay que olvidar que existe una preocupación mundial muy fuerte por el crecimiento descontrolado de las ciudades, fenómeno que exige medidas urgentes en cada lugar. Eso no se está viendo. Tanto así que la ministra de Cultura no pudo estar presente a pesar de que se trató de la primera vez que un tema tan original como el nuestro alcanzaba el escenario de mayor proyección global en estos temas.
- La bienal continúa hasta noviembre, ¿cuáles son los planes programados en el marco de esta importante exposición?
- Según el Patronato Cultural del Perú, la entidad encargada de llevar al país a las dos Bienales de Venecia: Arte y Arquitectura, la muestra se presentará en Lima en 2019. La idea para nosotros es que Venecia haya abierto un diálogo sobre el tema y nuestro interés en este momento es que el Ministerio de Cultura aproveche ese trampolín, que nos permite el evento global más relevante en el campo de la arquitectura, para generar mayores dinámicas en nuestra ciudad respecto a nuestras huacas y pensar cómo las sacamos del olvido.